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Metodologías ágiles: un puente para facilitar el lenguaje legal

En el post anterior, sobre  Cómo el LPM mejora la colaboración entre equipos legales y equipos tecnológicos, hacíamos una reflexión sobre cómo la profesión legal debe acercar el lenguaje jurídico al sector al que presta el servicio sen concreto 

La adaptación del lenguaje es fundamental, no solo en términos gramaticales o verbales, sino también en la necesidad de que los procesos legales se alineen con los procesos específicos del cliente. La profesión ya no es un ente autónomo que funciona por sí mismo, necesita de aliados y para eso, el modelo de gestión debe ser flexible y adaptable.  

Las metodologías ágiles reducen las demoras y optimizan la coordinación en el trabajo legal; sin embargo, no todos los proyectos jurídicos requieren este enfoque (Gartner – 4 Questions to Ask Before Using Agile Methodology in Legal). 

Estas metodologías son especialmente efectivas en proyectos que demandan flexibilidad y capacidad de adaptación rápida, incluso ante cambios abruptos. El cliente, ya sea interno o externo, opera en un entorno cada vez más digitalizado, y el equipo legal, como “fabricantes de la ley,” debe sumarse a su propia revolución industrial. 

Si las máquinas marcaron la revolución pasada, hoy son los algoritmos los que definen el camino hacia la eficiencia. Ya no basta con el conocimiento de manuales, leyes y doctrina; también es imprescindible desarrollar nuevos procesos y métodos de trabajo. Los proyectos actuales son multilaterales, a menudo involucran diversas jurisdicciones y enfrentan normativas dispersas y variables. Y esta realidad no solo afecta a los grandes despachos: incluso los clientes con menor volumen de negocio están cada vez más internacionalizados. 

Cómo las metodologías ágiles facilitan el entendimiento del lenguaje jurídico

Este es el punto de partida para comprender las metodologías ágiles como una forma eficaz de comunicación con el cliente. Aunque no siempre sea necesario implementarlas en todos los casos, es fundamental conocer y aplicar sus principios clave en nuestra gestión diaria.  

La metodología agile, atendiendo al Manifiesto Ágil, se sustenta en 4 valores principales de los que nacen 12 principios:   

  • Individuos e interacciones por encima de procesos y herramientas. 
  • Software funcionando por encima de documentación exhaustiva. 
  • Colaboración con el cliente por encima de negociación contractual. 
  • Respuesta ante el cambio por encima de un plan estático. 

Las ventajas de las metodologías ágiles

A priori, son valores contrapuestos a lo que naturalmente el sector legal está acostumbrado. Sin embargo, los principios que se vinculan al desarrollo software pueden ser muy útiles en la rutina jurídica: 

  • Satisfacer al cliente con entregas tempranas y continuas. Este principio resulta familiar para los abogados: el deber de informar sobre el estado del expediente es una práctica habitual, ya sea a través de la entrega de contratos revisados o mediante notificaciones judiciales. Sin embargo, para que forme parte de un mindset ágil, es necesario estructurarlo adecuadamente. Aunque a menudo desconocemos los plazos exactos de entrega, sí conocemos los hitos relevantes de cada proceso. Al comunicar estos avances, estamos aplicando este principio ágil.  
  • Aprovechar el cambio como ventaja competitiva. Estamos acostumbrados a proyectos lineales y estáticos (sobre todo los litigantes). S bien este principio choca con esta estructura, tener una mentalidad abierta en cuanto a las necesidades del cliente pueden hacer que el objeto inicial varíe durante la vida del proyecto. Es importante tener profesionales cualificados que prevean los riesgos de un cambio abrupto y que este no suponga una merma competitiva.  
  • Entregar valor frecuentemente. Cumplir con el deber de información constante beneficiará el feedback del cliente, resultando en una mejora en la confianza entre las partes.  
  • Cooperación entre cliente y profesionales. Crear equipos de trabajo multidisciplinares en los que todos los actores estén representados hará que las barreras se minimicen, mejorará la comunicación y se resolverán los inconvenientes en un menor plazo. Todo ello fomentará una relación fluida, con mejor control de costes y de riesgos. 
  • Construir el proyecto en torno a individuos implicados: participación y escucha activa entre los diversos roles ejecutivos hará que las métricas de calidad sean mejores.  
  • Comunicación cara a cara. La comunicación verbal y no verbal siempre será mas efectiva que cualquier comunicación escrita, la confianza en la relación personal siempre es un must en cualquier proyecto.   
  • Medida de progreso. Mientras que en proyectos de desarrollo software la medida es el propio software en funcionamiento, en el ámbito jurídico deberemos establecer cuales serán las métricas de medición de desarrollo del proyecto.  
  • Promover el desarrollo sostenible. En este principio la sostenibilidad se basa en el control de la carga de trabajo de cada individuo, por todos los stakeholders.  
  • La excelencia técnica mejora la agilidad. Adaptando este principio a procesos legales, favorecer un trabajo cualificado evitará cometer errores que deban ser resueltos en fases anteriores, es decir, con la excelencia jurídica evitamos tener que retroceder a hitos que en teoría ya estaban cerrados.  
  • La simplicidad. Definir con claridad que tareas aportan valor a la necesidad del cliente resulta relevante a la hora de determinar cuál es el alcance del proyecto lo que nos va a llevar a un mayor control sobre los costes y los stakeholders que serán necesarios para el desarrollo del proyecto en su conjunto.  
  • Equipos auto-organizados que generen más valor. Junto con el principio motivacional, la libertad en la gestión de la parcela de cada equipo de forma individual genera mejor resultado que técnicas de control exhaustivo.  
  • Análisis y ajuste del workflow. La autocrítica en el desarrollo del proyecto, así como la escucha activa de la visión del resto de stakeholders sobre el desarrollo del trabajo de los equipos, crean un escenario de mejora continua del rendimiento. Saber qué funciona y que es mejorable es un elemento esencial del agile.  

 

Todos estos principios forman en su conjunto las líneas de actuación en proyectos complejos y multilaterales. La implementación de estos principios y valores se aborda desde Scrum o Kanban, que trasladado a conceptos procesales, éstas últimas serían, por ejemplo, el procedimiento ordinario o el verbal siendo agile el proceso civil. 

De estas dos ultimas metodologías y casos de uso que nos han funcionado (y no) hablaremos en la siguiente newsletter.  

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